En el momento en que se formó la Luna, la Tierra tenía forma de esferoide y giraba sobre sí misma mucho más rápido de lo que rota hoy en día. Tanto es así que el día terrestre duraba en torno a 2,3 horas. Dando vueltas a semejante velocidad, es previsible que un impacto contra un cuerpo de un tamaño equivalente a la mitad de Marte causara la escisión de material suficiente para formar otro cuerpo con la misma composición de isótopos (huella isotópica), que previamente se había demostrado que ambos cuerpos celestes comparten. En las simulaciones, los autores del estudio sugieren que el cuerpo que originó la colisión penetró hasta el núcleo terrestre, formando temporalmente un profundo agujero en nuestro planeta. La Tierra, según esta nueva teoría, alcanzó su velocidad de giro actual (una vuelta cada 24 horas) debido a la interacción gravitacional entre su órbita alrededor del Sol y la órbita de la Luna en torno a la Tierra.
Este escenario concuerda con las masas de la Tierra y la Luna, el bajo contenido del satélite en hierro y las coincidencias en la composición química de los mantos de ambos objetos. Los investigadores también aseguran que, si los hechos fueron tal y como describen, durante un tiempo la Luna llegó a verse 20 veces más grande en el firmamento en su momento de máxima aproximación a la Tierra.
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